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Protección Integral Animal

Levanté mi cabeza con esfuerzo porque percibí en el aire un olor gratamente conocido y mis finos oídos de Rottweiler escucharon pasos muy familiares, Mamá me abrazó y me dijo –Maya te quiero mucho- , nos miramos, mágicamente y al unísono, así como sucede cuando el amor es verdadero nos integramos en recuerdos. Reviví la historia triste de mis días de abandono, la cual creía superada, pero dicen que cuando uno va a morir casi inconscientemente vuelven las memorias y se visitan sitios recorridos. Mi Mamá telepáticamente me dijo: –Maya,  recuerdas el día que te recogí?… pues quiero que sepas que ese día me gané contigo una lotería de amor, un tesoro hermoso y que le agradezco a Dios la oportunidad de haber compartido experiencias tan felices contigo, gracias por tu devoción, por tu fidelidad y por haberte dedicado a amarnos y protegernos–

Sus manos de sanadora acariciaban mi cabeza y lágrimas contenidas asomaban a sus ojos. Mientras yo recordaba vívidamente los muchos días y noches abandonada en una casa donde me dejó mi familia anterior que sin escrúpulos ni remordimientos, se mudaron fugados. Al principio espere que regresaran por mí, mi corazón se resistía a creerlos así de crueles. Al pasar los días mi destino inexorable era la muerte,  afortunadamente una vecina escuchó mis  débiles lamentos que cada vez  se perdían más en la profundidad de la impotencia.

Cuando ya mis esperanzas se desvanecían Mamá entró a la casa y con inflexiones de amor verdadero me dijo: –Vámonos Maya  vine por ti ahora vas a vivir conmigo- dudé por unos instantes, ¿esa señora era realidad? ¿Era un oasis en mi desierto?  ¿era un espejismo?  Ella dulcemente me repitió –Vámonos Maya, vámonos-. Con dificultad miré mi única pertenencia, un plato de aluminio vacio y abollado por mis inútiles intentos de encontrar comida. Ella se dio cuenta de mi interés, recogió el plato y salimos.

En mi nueva casa éramos muchos, de todos los tamaños y colores. Había comida,  agua fresca y sobretodo mucho amor. A pesar de mi timidez inicial empecé a recorrer los jardines, entonces  un día muy soleado sucedió algo que cambiaría mi vida por siempre, me vi de repente  frente a frente con una enorme Rottweiler, era imponente, su pelo brillaba bajo el sol y sus movimientos eran amenazantes, de ese día en adelante y por muchos años, nos unimos en amistad y amor, Princesa era hábil bailarina de Flamenco, mi Mamá le hacía palmas y le decía: –olé, olé Princesa, a bailar por bulerías- y ella agarraba su plato como pandereta y a bailar se ha dicho…

le encantaban los aplausos, diría de ella el poeta  Amado Nervo  “Que era llena de gracia como el Ave María”, si, gracia, talento y sobretodo una forma única de entenderse con todos.

De ella aprendí a compartir, a portarme en comunidad, a entender que si bien éramos las más fuertes, también debíamos ser la guía y ejemplo de todos, así que Princesa, Katy la Pit Bull color miel y yo, tomamos el comando de la enorme manada, nuestra consigna, garantizarnos la felicidad, el afecto mutuo y cuidar y proteger mucho nuestra familia humana.

Así, en armonía paso raudo pero amable el tiempo. Cuando Princesa  ya viejita partió al cielo, me dejó un enorme vacío, pero continué con mis deberes pidiéndole siempre, que desde el sitio que Dios le asignó su luz nos siguiera guiando.

Que nostalgia, una rápida sucesión de imágenes muy felices vividas en tantos años de incomparable simbiosis de  amor me hizo suspirar. Mamá limpió mis ojos húmedos, ahora sus lágrimas caían sobre mí mientras me decía: –Maya gracias por todo, nos has hecho muy felices dile a Princesa y a todos mis animalitos hijos que están en el cielo, que los llevo en el corazón, que los extraño y que son inolvidables-.

Sentí una leve sacudida, un abrazo fuerte y a lo lejos en medio de una luz muy brillante vi una imponente y mágica Rottweiler  que  con cara de gran  felicidad  y sosteniendo una pancarta que decía Bienvenida, me invitaba a ver su show flamenco y a recorrer el cielo con ella, era mi hermana Princesa.

-Caray, ¿qué hago?- pensé. Esto va a ser grave yo que estoy tan debilucha y esta que es un cuarto bate seguro me va a matar, pero me equivoqué, ella se me acercó amistosamente y me dijo –Bienvenida, me llamo Princesa- inmediatamente me puso al corriente de todo, aquí me dijo somos como hermanos  cada uno tiene su historia propia de abuso y abandono pero eso es parte del pasado ahora somos unos consentidos.  Ella  misma según me contó, que a pesar de que lucía  contenta y feliz  irradiando un aura impactante de verdadera realeza, y que más que muchas princesas, princesa parecía,  había pasado momentos muy amargos cuando sus papás anteriores en una de esas extrañas y frecuentes conductas humanas, se estaban divorciando y después de tanto amor eran más enemigos que amigos, así que mi Mamá la había traído a casa en muy malas condiciones, y aquí recuperó lo que para ella era lo más importante … La Alegría.

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